Descripción
Fragmento del primer capítulo
Antiguo ritual bajo el silencio de las sombras de la noche. Antiguo ritual a golpes de teclas, lecturas e ideas. Ideas desordenadas que se pierden en ese laberinto maldito que acompaña a cada escritor en el incipiente acto de la creación artístico literaria; ingredientes de este brebaje que se ha convertido en pura adicción y me permite plasmar, sobre esta hoja en blanco, una idea, un sueño, una historia, una verdad; andanzas de una historia que urge ser contada por sus protagonistas.
Fabulosa historia la de Guayos, pueblo, vecindario, Patria Chica que atesora con recelo la historia de su surgimiento allá por el año 1640. Acontecimiento memorable aquel 23 de febrero de 1902 con la inauguración del ferrocarril Central, que regaló al pueblo nuevos aires de prosperidad. En el siglo xix, Guayos se convirtió en un asentamiento de muchos canarios que se dedicaron a la cría de ganado, al cultivo del tabaco y la caña de azúcar. Emigrantes que trajeron consigo sus costumbres; hábitos que, con el decursar de los años, se fueron fusionando con los de los nativos. Fusión entre dos culturas que festejaron, orgullosas, el nacimiento en 1925 de las famosas Parrandas, fiestas populares convertidas en Patrimonio Cultural de la Nación Cubana y orgullo de todo guayense que se respete.
En las guerras de independencia iniciadas por Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868, Los Guayos, nombre con el que se conocía, en aquel entonces, a este punto de la geografía cercano a la Villa del Espíritu Santo, se convirtió en un sitio estratégico por ser el enlace entre esta y Cabaiguán.
En las luchas contra la dictadura de Fulgencio Batista, ya en la década de los años 50 del pasado siglo xx, se destacó el joven revolucionario guayense Elcire Pérez González, quien perdiera la vida en la barriada de Lawton en La Habana en un desigual combate contra los esbirros de la tiranía.
La vida política y social del pueblo de Guayos contó con un auge notable tras la colocación de pequeños comercios y la publicación de varios periódicos: Acción, Adelante y Superación. La grandeza de algunos hijos de este pueblo que amaron el arte de escribir y dejaron su impronta en la literatura cubana y más allá: Tomás Nazario Álvarez de los Ríos, Crucelia Hernández Hernández y Fayad Jamís Bernal.
Mientras todo esto ocurría en Guayos, allá en la pequeña isla de Okinawa, rodeada de hermosas playas, y que se hizo respetar por el legendario Napoleón Bonaparte, sus humildes pobladores practicaban un eficaz método de autodefensa con manos y pies. Dulce y mítica historia la de desentrañar los misterios del Karate Do, arte marcial surgido en aquella isla japonesa; y que, en sus inicios, tomó por nombre el de “Okinawa Te”, ya convertido en un sistema defensivo creado, por los habitantes de esta “gran cuerda de mar” como también se le conoce. El intercambio comercial con China, Japón y Corea propició su retroalimentación y modernización.
Y esas ansias de superación fueron las que llevaron al sensei Gichin Funakoshi a convertir el arte del Okinawa Te, en un estilo de vida. Lo primero que hizo el Maestro para que el arte de Okinawa se aceptara en Japón fue emplear una nueva terminología que facilitara la aceptación de los japoneses: karate do. Su práctica caló profundamente en los artistas marciales del Sol Naciente. El Sihán Jigoro Kano, fundador del judo.
James R. Johnson
It’s going to be end of mine day, however before finish I am reading this wonderful post to improve my know-how.
zoritoler imol
Way cool, some valid points! I appreciate you making this article available, the rest of the site is also high quality. Have a fun.