Mostrar un pueblo por la actividad culinaria es una forma de compromiso. En las costumbres alimenticias, está el espíritu de una época y, a través de ellas, se entiende qué hay detrás de un sistema sociocultural y, así, el carácter de una nación. Un libro de cocina siempre es un reto: seleccionar, cotejar y plasmar cada detalle culinario es manifestar una realidad espiritual. También, establecer una línea que une lo habitual y el ingenio. Desde la Antigüedad, alimentarse ha sido una forma de supervivencia. Otra cosa es mantener vivo el acervo ancestral, por medio de la creatividad, del conocimiento y la innovación. La presente obra tiene ese objetivo: dar a conocer ese patrimonio, en este caso, el de qué se come y cómo lo preparan en Sancti Spíritus.
La cocina espirituana no es una obra local. Lejos de ello, va a las raíces, recopila viejas recetas, pormenoriza la historia de un país, de una circunstancia y, como se expresa en la Introducción, busca “rescatar platos típicos de nuestro territorio, muchos olvidados o desconocidos que pueden enriquecer los gustos más exigentes al paladar de nacionales y foráneos con preparaciones que alimentaron a los antepasados y pueden estar presentes en la mesa de cualquier familia”. He ahí, querido lector, una forma de acercarnos a lo que somos y a qué nos identifica.