Descripción
Fragmento del Libro:
Y después de los tres kilos y de esta caminata dantesca hasta el PCP 1 para recoger nuestras cosas, tus cosas. El paso es invariable: lento, tormentoso. Avanzamos en grupos de tres o cuatro. Caminamos abrazados a este silencio que se nos hace eterno. Intentamos despojarnos de este cansancio de mierda que nos tiene sin aliento, sin deseos de continuar.
Ahora pasamos frente al PCP 3 y uno de los guardias, con la AK sobre el pecho, nos corta el paso, nos pregunta serio:
—¿El oficial ese no aguantó los tres kilos? ¿Qué pasó en el Ba 66?
No deseamos contestarle y lo ignoramos como hacemos con el número que nos dieron, con el jarro de aluminio, la cantimplora y la puñetera pala de infantería que llevamos a un costado de nuestros cuerpos y, a cada momento, nos golpea para hacernos más real esta hecatombe que estamos viviendo.
Se levanta la paleta de la gorra y podemos ver la infinidad de cruces que marcan el tiempo de su estancia dentro de la unidad 10-14: «Piedra gorda». Ahora levanta la barbilla, une los talones con fuerza y nos saluda con dos dedos a la altura de la sien; y sintiéndose superior a nosotros, nos grita con una sonrisa que no sabe, que no desea disimular.
—¡Sesenta días civil pa la pelota de meses que les quedan a ustedes!
No le prestamos asunto a su gritería, a su pitadera de mierda. El aire arrastra las voces que nos llegan desde el tancódromo y el campo de tiro: ¡Dos meses civil!, sus palabras hieren nuestro silencio. La ignorancia nos frena, nos hace voltear las cabezas: verlos, odiarlos. Ninguno se ha decidido a romper este sigilio. ¡Mofetas! ¡Gases!, nos abuchean y los vemos llevarse las manos a la nariz y hacer una pequeña carrera para evitar nuestros olores. Nos olemos para tratar de reencontrarnos. Sin darnos cuenta, hemos ido perdiendo nuestros olores, nuestros nombres. Nos miramos y sabemos que es el dolor profundo del conocimiento, de la realidad que vaticinan sus voces con sus cargamentos de burlas.
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